sábado, 23 de marzo de 2013

FIN-UGOR

Las lenguas urálicas forman una familia lingüística de unas 30 lenguas habladas por 20 millones de personas aproximadamente. El nombre de la familia hace referencia a su supuesta cuna cerca de los Urales. Los países en los que hay un número significativo de hablantes de lenguas urálicas son Estonia, Finlandia, Hungría, Rusia, Noruega y Suecia. Las lenguas urálicas más destacadas, en cuanto a número de hablantes e identidad nacional, son el estonio, el finés y el húngaro.El primer trabajo sistemático de parentesco entre algunas de las lenguas que hoy consideramos parte de la familia urálica se debe a János Sajnovics de 1770. En ese trabajo en particular se sugería que las lenguas sami y húngara estaban emparentadas. Ese trabajo fue ampliado por Samuel Gyarmathi en 1799. Y aunque frecuentemente se menciona que sus trabajos establecieron la familia sobre bases firmes, esa afirmación no puede aceptarse, ya que el primer trabajo donde se usa de forma sistemática el método comparativo es el de Jozsef Budenz 1869.1 El trabajo de Budenz, aunque con cierta base científica, no habría estado exento de motivaciones políticas. El trabajo de Budenz proponía inicialmente que el húngaro, las lenguas finougrias, las lenguas samoyedas y varias lenguas altaicas estaban genéticamente emparentadas;2 dicho trabajo constituye el principio de la teoría uralo-altaica hoy ampliamente abandonada por la mayoría de los lingüistas. El trabajo de Budenz fue ampliamente revisado, de hecho sólo el 19% de su lista de cognados involucraba solo a las lenguas urálicas, y muchos de sus cognados ya no se consideran correctos. El trabajo de Donner criticó la obra de Budenz y rechazó la clasificación interna que éste proponia para las lenguas urálicas. Donner intentó efectuar un trabajo que no se basara simplemente en correspondencias léxicas y propuso que el vogul, el ostyak y el húngaro formaban un grupo especial cercano al grupo ugrio.

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